miércoles, 15 de octubre de 2014

¿Y QUÉ SI LA MATO?

¿Qué? ¡No, no! ¡Que nadie avise a la policía! ¡Déjenme explicarme antes de hacerlo! Si yo soy más bueno que el pan…

Prometí no frivolizar acerca de todo esto del ébola, de verdad, pero es que se empeñan en que lo haga. Y no me refiero a cualquiera, no: estoy hablando de nuestros amados líderes políticos, que le han cogido el gustillo a esto de penetrarnos con sus chismes una y otra vez de mala manera. ¡Ouch! Vaya… qué mal suena eso… pero bien pensado, tampoco ando tan desencaminado, porque creo que  los españoles en el fondo también le hemos cogido el gusto a que nos sodomicen continuamente y con alevosía (psicológicamente, quiero decir, que uno tiene su puntito de pundonor…). Si no, no me explico que estos mendas sigan gobernando a día de hoy.

Ahora resulta que ha llegado un nuevo tipo a la ciudad, y nos está haciendo la puñeta después de sembrar el caos en su propia casa africana. Sí, sí, es africano, del África negra… pero no se equivoquen ni se preocupen, que no ha llegado en patera; que a esos delincuentes peligrosos ya les tenemos a raya. El de ahora es inofensivo, así que le hemos invitado a venir a comer con nosotros, con avión privado y todo. ¿¡Pero en qué cojones están pensando estos idiotas!? ¿Acaso no ven la tele? ¿No leen la prensa? ¿No tienen gente que les diga que es malo malísimo? Pues les digo una cosa: si la tienen, que sepan que se están tocando los huevos y llevándoselo calentito (y además, ustedes tienen muy pocos y muy malos amigos, porque anda que les mandan un whatsapp, ¿eh?). Igual hay gente en el paro (esto sí es frivolizar, perdón: ¡hay mucha gente en el paro!) que estaría dispuesta a hacer ese trabajo por mucho menos y siendo mucho más efectiva. Ahí lo dejo, señores mandones (perdón, mandatarios, aunque para el caso…).



Tengo un amigo que siempre dice “¡lo importante es molar!” Y yo creo que estos tíos del gobierno, cansados de tanto palo (de boquilla, claro), se han aplicado la máxima al cien por cien. Como si lo estuviera viendo: “¿Que los recortes qué? ¿Que nos estamos cargando el sistema sanitario? No tienen ni idea. En España estamos perfectamente preparados para cualquier desastre que pueda ocurrir. ¿Que no? ¡Eh! ¡Traed a uno para acá!” Y aquí que lo trajeron… Y murió… y no hubo contagios… Y vio Mariano que era bueno, y envió a por otro… y aquí que lo trajeron… y murió… y no hubo contagios… bueno, uno sí, pero poquito… y claro, ahora tenemos un problema gordo. Gordo no, obeso, porque como en España somos de buen comer, quieren que nos traguemos, después de tanto chorizo, hasta la última de sus morcillas (ustedes ya me entienden).

Porque vamos a ver, ¿a santo de qué (nunca mejor dicho) nos traemos a los dos curas? ¿Por qué precisamente a ellos dos, cuando hemos dejado tirados a tantos españoles desahuciados por el mundo que han pedido ayuda? Bueno, por el mundo… y aquí mismo, claro, porque eso sí, ya se han encargado de que más de uno viva en España como el que vive en las favelas de Río. Y que conste que lo digo sin acritud; sólo por curiosidad, al igual que tantos ciudadanos a los que no se nos ha contado nada. ¿Es porque son religiosos? (Que ya sabemos de dónde cojea el PePe…) ¿Acaso no lo somos nosotros también pagando nuestros impuestos revolucionarios y nuestras hipotecas criminales? Y ahora escúchenme bajito, señores del gobierno, que les voy a contar un secreto: ¿es que no se habían dado cuenta de que estos dos hombres… ¡tenían ébola, coño!? ¡¡Que precisamente tiene menos cura que una iglesia abandonada!! ¡¡Que parece que la idea haya sido de la Botella!! (insisto, de la otra Botella…).

El caso es que uno se pone a pensar, y ve que estos tipos de traje, corbata y relicario nos han traído, en el tiempo que llevan ahí arriba, la pobreza, el hambre, la muerte… ¡¡Joder!! ¡¡Si es que son peores que los Jinetes del Apocalipsis!! ¡¡Que lo de interpretar la Biblia se refería a la otra parte, hombre!! ¡¡La de las cosas buenas!! (Alguno pensará que me he pasado, que los jinetes también traían la guerra y esa no la tenemos… pues no, hijo, no: lo que pasa es que ya no te acuerdas de que ese caballo pasó por aquí con varios cuerpos de ventaja… sí, con el del bigote montado encima. Del caballo de la victoria mejor ni hablamos, porque yo creo que se lo cargaron antes de salir de la cuadra).



¿Y ahora qué? Pues ahora sí, a rezar todo el mundo. A rezar, porque si tenemos que ponernos en manos de esta panda de incompetentes nos podemos dar por muertos. Y no me refiero a nuestros médicos y personal sanitario, cuidado, que precisamente si hay unas manos capaces de parar esto son las suyas. Tal vez haya llegado el momento de que sean ellos mismos los que apliquen los recortes que de verdad necesita la sanidad: los de huevos con cuchilla a todos estos que por un capricho narcisista no sólo les dejan en pelotas delante del bicho, sino que además pretenden culparles (¡no se lo pierdan!) del contagio.

Y entonces llegó ella… la única capaz de sentarse a dar una rueda de prensa como la que está en el cine viendo una película “de autor” mientras hace la compra por el móvil… Efectivamente: lo entendía del mismo modo que los snobs a ciertos directores, y no le importaba una mierda lo que se decía allí (siempre negando ambas cosas, pero queda muy cool). Lo mismo me importaría a mí si no fuera porque era la encargada de dar explicaciones de lo ocurrido, de dar las pautas a seguir, de iluminarnos, de pedir perdón públicamente por su cagada (hablando de mierda…), de dar la cara delante del Mundo entero, de mostrar… el protoculo… (Perdón, el protocolo quería decir… tanta cagada es lo que tiene) Sí, amigos, esa palabra comodín para cuando no se sabe qué decir… ¡La Mato! (no, no, que se llama así, que yo no…). Esa mujer que sin duda hoy en día sería alumna de integración del propio sistema educativo de su partido, pero que hasta ahora había pasado desapercibida porque su compañera de clase (sí, lo han adivinado) le estaba haciendo sombra. ¡Y es que son las dos únicas capaces de confundir “protocol” con “photocall” cuando la OMS envió la hojita de recomendaciones! ¿El problema? Que España tiene mucha tradición histórica, y si ya tuvimos Princesa de Éboli con sus tramas y sus muertes, esta Ministra de Ébola es capaz de conseguir que lo de aquélla fuera una simple broma. Y eso no es moco de pavo.



A todo esto, ¿alguien sabe dónde está el presidente? ¿Alguien le ha explicado que el virus este no afecta a las pantallas de plasma? ¡Porque oigan, ha desaparecido! ¡Vaya momento, Mariano! ¡Deja que los catalanes consulten lo que quieran, y hazle caso al resto del país! ¡Mira que nos independizamos también nosotros y te quedas sin unos y sin otros! (Ahora que lo pienso, igual la solución para mandarles al carajo la tenemos no en hacer elecciones generales, sino un referéndum de independencia política…). No pasa nada: a falta de presidente, ponemos al consejero de sanidad, que es la leche. Sí, ese que tiene la vida resuelta y si hace falta dimite… (Lo que no ha dicho es qué tiene que pasar para llegar a eso). Incluso nos hace más amenos estos días con sus dotes de comediante (lo del photocall… va a ser que también se pega): ¿Que la hemos cagado? Nada hombre, la culpa fue de ella, que se saltó el protocolo. ¿Cómo, que no les hemos facilitado unas pautas de seguridad? ¿Desde cuándo hace falta un máster para ponerse un traje? ¡Si yo me pongo la corbata sin mirarme al espejo! ¿Que no hicimos caso de las señales? Venga hombre, si sólo tenía “síntomas vagos”. ¡Tan mal no estaría si se fue a la peluquería! (tarira ti, tarira ti, tarira tirarirá… -por favor, hagan como que escuchan la música y ven unas notitas musicales por aquí…-).

El resultado, amigos míos, es que esta mujer, que debería tener un monumento a la valentía (¡ojo! ¡Ella y tantos otros que se están enfrentando a la amenaza con una hoja de parra en sus partes por todo material de seguridad!), no sólo no tiene el reconocimiento que merece, sino que aprovechando que ha salido de casa (que ha sido ella solita la que se ha ido voluntariamente ¿eh? -como diría el Consejero-) le matamos al perro (perdón, le aplicamos la eutanasia, que nos la ha pedido él mismo… por si acaso, no vaya a ser que fuera útil en el estudio de la enfermedad y nos saquen las vergüenzas), le destrozamos sus cosas (a ver si se van a pensar que han ido al domicilio únicamente a pasar la vaporetta y la espóntex), y por si acaso se recupera, pues la estigmatizamos de por vida. ¡Ahí queda eso! Si es que son unos genios… Más todavía que el que ideó lo de las tarjetas “black” de Bankia (¿acaso se les ocurre nada mejor que una tarjeta de crédito “negra” para hacer que el dinero “negro” parezca legal? ¡Joder, es una virguería del marketing!)


¿Saben lo que les digo? Que cuando pase todo esto, si seguimos vivos (lo del virus es lo que menos me preocupa, no se vayan a creer) igual había que plantearse darles vacaciones a nuestros políticos; por el esfuerzo tan tremendo que están haciendo en estos tiempos de crisis (hablando de crisis ¿Saben que hay un 24% más de ricos? ¿ven cómo sí funcionan las medidas?). Yo ya he buscado en las agencias de viajes, y en Sierra Leona tienen unos precios ahora mismo de escándalo (no he encontrado mejor publicidad para este gobierno, fíjense). Estoy seguro de que Bankia les financiaba el vuelo en el PPPlane (no, no es tartamudez) ¡Aún tienen saldo! 

En fin, que ya lo decía uno de esos “memes” que circulan por ahí de móvil en móvil: “En un país en el que todos los años hay que explicar el protocolo para tomar las uvas, lo del ébola era cuestión de tiempo”. Ja me maten si no tiene toda la razón. Y hablando de matar… ¿alguien ha visto a la Mato? ¡De repente ha desaparecido! ¡Activen el protocolo para buscarla! Bah, qué importa… ¿es para matarla, o no? Yo ya les he explicado. Juzguen ustedes.



P.D.: ¿Saben que ha vuelto a subir la luz? Un 11% decían… ojalá… (si es que al final me van a obligar a hacerlo…)

viernes, 12 de septiembre de 2014

¡Los dioses deben estar locos!

Está claro que uno no puede tomarse una excedencia bloguera en los tiempos que corren. No en este país, al menos, donde esos extraños seres que pueblan el congreso y el senado (esa cámara de gas de la risa que ningún ciudadano responsable entiende), además de pensar de qué manera pueden robarnos aún más para gastárselo en cenas (entiéndanlo, la vida ha subido, y las cenas con ella), se empeñan en sorprendernos con gags de humor y trucos de magia para desviar nuestra atención.
Sólo así se entiende, por ejemplo, que Espe, nuestra Espe, decidiera levantarse un día con ánimo para jugar a policías y ladrones (de los otros, claro, de los de poca monta que pululan por las calles de Madrid, porque carné de política ya tenía). En realidad debería decir de delincuente (insisto, carné ya tenía, me refiero a los “otros delincuentes”), porque esta vez no robó nada. ¡Lo único que quería era infringir las normas! ¡Qué molona! ¡Pero qué fuerrrte! Así que se montó una escena de persecución de coches por la ciudad (con abolladuras y todo, ¿eh?) al estilo de Bonnie and Clyde que, por supuesto, no le deparó legalmente (ni económicamente) ningún perjuicio, y en cambio se llevó todas las portadas cual estrella de Hollywood. Si es que lo que se le ocurra a ella… Ahora bien, yo me pregunto: ¿en qué carajo estaba pensando esta mujer? ¿Tan mal lleva la jubilación? ¿Acaso estuvo viendo la noche anterior “Los locos de Cannonball”? O lo que es peor, ¿”Loca academia de Policía 6”, y decidió darle un giro a su complicada y triste vida? ¿Tan poco caso le hacen en su casa? Mire que igual la adrenalina que usted necesita no es esa… (no sigo, que luego todo se sabe, pero le doy un consejo: mire por internet, que tal vez…). 

¿Ven como España es un país guay? Otra muestra: resulta que llegan las elecciones al parlamento europeo, y se nos ocurre montar una película de superhéroes: cuando mejor estaban los buenos, aparece un villano apodado El coletas que, al grito de “Podemos”,  les da un sopapo en toda la cara a El barbas (no confundir con El bigotes, aunque sean de la misma familia), al Caballero de la rosa y a sus amigos de la nueva Liga de la Justicia (¡ojo! No confundir con la Liga de la Justicia original –que es de Batman y Superman-, con la Liga Fantástica –que es del diario Marca-, ni con la Liga BBVA –que es del Madrid y del Barça-). ¡Justo ahora que estaban saliendo de la crisis! (de su crisis, evidentemente; esa que les tenía el cinturón tan apretado que sólo les dejaba comer tres platos y postre). Y para colmo no es ni rojo: ¡es morado! (que pa chulos ellos, que “pueden”, oigan). ¡Por fin algo de emoción! Sin embargo, permítanme una reflexión poniéndome un poco serio: a mí siempre me gustaron los villanos (sí, soy así de raro, qué le voy a hacer), y me alegro de que al menos alguien sea capaz de dar un susto a esa clase entrañable de chorizos que nos gobiernan, pero sinceramente creo que este no será un buen malo de la película. Llámenme loco, sí, pero algo me dice que no será lo que todos esperamos (ya, ya, soy consciente de que esto que digo no es políticamente correcto ni popular, especialmente para los que lo ven como a un salvador, pero como a mí la política me cae mal –no, no me refiero a Espe ni a la Botella-, pues me da lo mismo. Vayan cogiendo los tomates…).

Con toda esta guasa formada, y con Iñaki y Cristina haciendo oposiciones al casting de Los Increíbles,  no es de extrañar que el rey Juancar haya pensado en abdicar la corona. Y es que llega un momento en la vida de todo el mundo en el que lo que apetece es disfrutar, relajarse… (¡piensen por un momento en lo engorroso que es no poder cazar elefantes o intimar con amigas sólo por el hecho de ser rey!). ¿Qué mejor entonces que dejarle el marrón a Letizia? Perdón… quería decir a Felipe, por supuesto… que es joven y apuesto (el pareado ha sido casualidad), y además el que lleva los pantalones en casa. Felipe… Felipe VI… vaya, este es otro asunto embarazoso, porque ¿cómo lo escribimos? ¡Que esto es España! Si ponemos Felipe VI alguno terminará diciendo “Felipe Bi”, que queda muy progre pero impropio de un rey… Si ponemos Felipe 6º parece que le estamos haciendo de menos (ya saben, en el podio sólo están los tres primeros), o en su defecto comparando con el portal de una calle… y si ponemos Felipe Sexto puede pasar que se le termine conociendo como Jesucristo Superstar o El melancólico, que aquí la canción española tiene mucho arraigo, y sus intérpretes son las estrellas del rock castizas para varias generaciones de españolitos (y vaya, que no me lo imagino yo en la ducha cantando eso de “Viviiiiir así es moriiiir de amooooor…”. Tal vez lo de “mooolaaa  maaaazooo”…). Sin duda un asunto de primer orden, oigan, que en materia de motes España no es moco de pavo. Pero volviendo al tema principal, ¿se imaginan ese momento padre-hijo en el que Juancar le da la noticia?: “Hijo, que he pensado que me voy… que no puedo más, que tengo una edad y me apetece disfrutar un poco de la jubilación… Mi salud no es la que era… Y digo yo que si el Papa puede dimitir, pues igual yo también… No, no tiene nada que ver con tu hermana, con tu cuñado, ni con la que está cayendo sobre casa… y creo que ya es el momento de que hagas algo productivo, te hagas un hombre y esas cosas, que estás empezando a engordar. ¡Así que ale, todo tuyo campeón! Pero no dejéis de venir a Mallorca en verano ¿eh? Tu madre y yo  estaremos por allí esperando con una ensaimada. ¡Hakuna Matata!”. “- ¡Pero Papá!” “- Servicio de información de Orange: el móvil al que usted llama está apagado o fuera de cobertura en estos momentos. Si lo desea podemos enviarle un mensaje cuando el número vuelva a estar operativo”. Ufff, la piel de gallina… tuvo que ser espectacular…

Aunque para espectacular lo del mes de mayo. ¡Si al final va a ser verdad que España, como Felipe, es abiertamente de la Leti! Perdón, quería decir ¡del Atleti! (antes me salió el acento Jesús Gil, y claro, las letras me han bailado). ¡Mi Atleti! ¡Que ha ganado la Liga BBVA! (Sí, sí, esa del Madrid y del Barça… y del banco, que para el caso es lo mismo). Si ya lo decía yo: sólo hacía falta un Cholo, especie de superhéroe (sí, otro más, que están de moda y yo soy un poco freak) a medio camino entre la elegancia y la macarrería (aunque a decir verdad  necesita un peluquero que no le haga parecer a la vez el villano, que le corte bien el pelo en vez de tomárselo, porque hay que ver qué cantidad de escabechinas le ha preparado. ¡Para un año que va a salir en todos los periódicos!), encarnación humana de eso que rima con millones para devolverle al equipo, y ya de paso al fútbol, algo de dignidad más allá de la publicidad y los números de las cuentas corrientes. Vamos, algo así como El coletas pero para darle un sopapo a Flo Capone y sus esbirros (que no lo digo yo, ojo, que hasta la Unión Europea ha tenido que intervenir al descubrir una relación fraudulenta entre éste y el Ayuntamiento, vista la pasividad de las autoridades cañís –nos ha jodido… Que ese abrazo tan efusivo de Lisboa con El barbas no fue casualidad…-). Fíjense que incluso para lo malo viene bien, que cuando la tragedia espartana (lo de griega es para finolis, nada que ver con esto) de la Champions, el mundo terminó aplaudiendo al equipo que, sin haber ganado en goles, sí ganó, sabiendo perder de pie, en todo lo demás. Y eso no es asunto baladí. Que se lo digan si no a La Roja, que se olvidó de que iba a Brasil a trabajar en vez de a bailar samba, y ya de paso se olvidó también de lo otro… y claro, ridículo Mundial del que nos va a costar recuperarnos. Mucho, sí.

En fin, que no puedo cogerme excedencias, está claro, porque los dioses me ponen todo esto al revés en un santiamén, y no está uno para estos sustos. Así que espero que entiendan el desorden de esta entrega, y perdonen que en vez de una reflexión esto parezca el sumario de las noticias de las tres (¡cachis, es que ni esto, porque ya tampoco sabemos a qué hora son ni en qué cadena!).
¡Atención! ¡Cuando me disponía a cerrar estas líneas me llega algo de última hora! A ver como lo digo… ¡Madrileños! ¡Tengo dos noticias: una buena y una mala! La primera: ¡La Botella se acaba! La segunda: hay dos candidatas a bebérsela… a elegir entre La justiciera Cifuentes… ¡o Tuckelberry Espe! ¡Sí, sí, ella! Lo que nos faltaba: a ver si encima le van a hacer soplar y le tienen que quitar los puntos del carné… (el de conducir, claro, no se confundan). ¿Que cuál es la buena? Pues elijan ustedes. Quizá haya que agarrarse al refranero popular de cuando éramos (más) jóvenes, y por aquello de La Ley de la Botella: el que la tira va a por ella, resulta que El barbas también se va con todo su equipo (a fin de cuentas, es el que la ha tirado, ¿no?).

Y mientras eso ocurre, los del Atleti seguiremos empinando el codo a su salud, que estamos en racha. ¡Hasta le hemos borrado el cerito a Iker! (no me malinterpreten, por favor, que no hay nada sexual en el asunto). ¡Aúpa! Pues eso…

jueves, 9 de enero de 2014

PONGAMOS QUE HABLO DE MADRID



Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). ¡Y no lo digo yo, que conste! No, tampoco ha llegado la versión castiza de The Walking Dead, ni la de Guerra Mundial Z, así que pueden respirar tranquilos. Bueno ¡o no! Porque lo que afirmaba Dámaso Alonso allá por 1944 no anda muy lejos de estar de plena actualidad en pleno 2014 (sí, hemos cambiado de año, por fin)… y mira por dónde también acaba en 4.
Cadáveres en sentido figurado, claro, no se me vayan a asustar. Cadáveres de espíritu, cadáveres de alma (que aunque lo parezca, no es lo mismo)… En definitiva, cadáveres por complacencia, que viene a ser algo así como ser borregos pero encima pasando frío y con más hambre.
Esto sí lo digo yo, que siento cómo, mucho a mucho, Madrid va desandando lo que poco a poco tuvo que andar para sacudirse la mierda que significó ser la capital de la dictadura; lo que tuvo que andar para ser el símbolo de la conquista de los derechos sociales, del progreso y de la apertura. Nos las prometíamos muy felices por aquel entonces, pero lo cierto es que mi querida ciudad no lo ha tenido nada fácil durante este tiempo. A saber, pasó de ser el Madrid del Tirano a ser el Madrid del Tierno (¡Rockeros, el que no esté colocado que se coloque… y al loro!), y luego el Madrid del Barranco (que daba un poco más de vértigo), y luego (Sahagún de por medio) el Madrid del oso y el Manzano (que tuvo madroños el asunto), y luego el Madrid del Tesoro (no, no es un patrocinio del Estado: es lo que el faraón Gallardón anduvo buscando años y años, haciendo agujeros a costa del -y en el- bolsillo de los madrileños, dilapidando sus cada vez más maltrechos ahorros. No lo encontró), y ahora el Madrid de la Botella, que otra cosa no, pero propicio para alcohólicos sí que es, porque visto el panorama al menos estando beodo uno se entera de menos y con mejor humor.
¿Que qué tiene que ver esto con los cadáveres? Pues mucho, porque aquí o estamos todos muertos, o no termino de entender cómo permitimos que Madrid haya llegado hasta donde lo ha hecho en estos últimos meses. Veamos…
Somos la única ciudad que ha tenido dos alcaldes no electos: el primero, al menos, fue elegido en unas elecciones públicas cuatro años (¡¡¡cuatro años!!!) después de sentarse en el trono… y fue destituido por una moción de censura poco después (que también tiene cojones: con la trayectoria que llevaba de pertinaz y manifiesta inutilidad, podían habérselo cepillado antes de investirle oficialmente, ¿no?), y la segunda… bueno, es la de ahora… que no da la talla ni para ser delegada de clase en un curso de primaria. ¡Y eso suponiendo que no fuera un centro bilingüe, claro!
Madrid es la ciudad más endeudada de España, con muchísima diferencia. Esto no es culpa de la Botella, todo hay que decirlo, y es que aunque ahora estemos borrachos con su relaxing power hay que hacer justicia y otorgarle dicho honor al ministro de tal. Sí, el mismo que después de habernos dejado la roncha y abierto los agujeros (cada cual que escoja los que crea convenientes), abandonó el barco y ahora nos pide que paguemos también para poder reclamar atropellos (los suyos y los de los demás, porque de abortos no quieren saber nada, pero de joder entienden cantidad). Gracias a ello (y además por culpa de la deuda), los madrileños pagan hoy un 222% más de IBI que hace una década, pagan en exceso y sin excepción por aparcar en todo el área metropolitana que queda dentro de la M-30… y en barrios donde jamás ha habido problemas de aparcamiento, pagan el billete de metro y autobús más caro de toda Europa (sí, que no cuela: relación calidad-precio-salario mínimo interprofesional, echen ustedes la cuenta; sólo con lo último ya pueden empezar el tembleque), un impuesto de circulación hasta un 1000% más caro que en otras localidades de la Comunidad… y así sucesivamente (¿les dije que ha subido la luz otra vez?). Al menos ha plantado árboles alrededor del Manzanares… qué ecológico el tío…
El problema que tenemos ahora es diferente, y es que la primera alcaldesa (no electa, no lo olviden) de la historia de Madrid piensa que esto es como un corral de vecinos, en el que lo más importante es que no la molesten en la paz de su casa. Sólo de esta manera se explican gilipolleces tales como la del examen a músicos callejeros (no hay nadie como tú… hilarante), el cierre indiscriminado de salas de conciertos en la zona centro de la ciudad, la limitación de hora a locales de ocio en fechas como Nochevieja, la ley del ruido…  mientras mira para otro lado cuando se trata de asuntos capitales como el paro, la sanidad (¡Sanidad Pública para todos!), la Educación (¡Educación Pública para todos!), la Seguridad (de los ciudadanos, quiero decir), la Cultura (¡IVA reducido ya!), la economía familiar o los servicios públicos, básicos para que la vida urbana fluya con un mínimo de decencia. En este sentido lo cierto es que sigue las directrices del Partido (qué miedito da esta frase… que nos lleva a tiempos pasados), pero con un toque femenino (no me malentiendan, por favor: femenino como antaño, como las damas decentes. Si Franco levantara la cabeza…). Es algo así como recortar con estilo, que de eso los hombres no entienden demasiado. Precisamente el estilo con el que, ya siendo concejala de Medio Ambiente, intentó convencernos de que había gaviotas reidoras en el Manzanares (aunque qué quieren que les diga: antes encontraríamos hienas, que esas sí que se ríen y estarían aquí como en casa), o a afirmar que las alertas de polución por el aire extremadamente contaminado de Madrid se debían al buen tiempo… pero que aún así el paro asfixiaba más (sí, todos sabemos ambas cosas: que el buen tiempo trae consecuencias horribles para la salud, y que su reforma laboral es como el buen tiempo. Desde aquel día los paneles medidores acabaron exiliados en el extrarradio, por llevarle la contraria).
 
Por cierto que, para recortes idiotas, los de la Cabalgata de Reyes… Yo que llevaba por primera vez a mis hijos a que la vieran… ¡y me encuentro con que es un desfile low cost patrocinado por El Corte Inglés y Movistar! Cuatro carrozas y media, cuatro docenas de actores, dos camellos (literalmente: dos. Sería por el frío y la lluvia, que no están acostumbrados los animalitos)… tres o cuatro bandas de música de fuera (como aquí no tenemos…), unos pocos policías y guardias civiles a caballo acompañados por el “coche multa” (como sabiamente ya identifica mi pequeño de tres años ¡si es que no se les escapa ninguna!), y los bomberos (por cierto, nunca entenderé que los que aplauden a la Guardia Civil no tengan ni una palmada para ellos, que tiene bastante más de superhéroes; o mejor dicho, que son los únicos héroes reales). Pero la Cabalgata de la Botella (que no de la Valkyria, de nuevo no confundir aunque se parezca) se caracterizó por algo más que por la pseudo privatización: no era Cabalgata ¡era un paso de Semana Santa! ¡Y con la ley del ruido aplicada! ¡Coño –perdón-, que te enterabas de que había una carroza delante porque algún cachondo te agredía con caramelos! (¡al menos se gastaron la pasta en algo!).
Ahora que, lo que tiene whatsapp (¡chsst! ¿Actualizándome eh?), es lo del rey negro… Vamos a ver… Además de ser la única ciudad con dos alcaldes no electos, la ciudad más endeudada de España y la de más ladrones oficiales por metro cuadrado, ¿es que Madrid también tiene que ser la única puñetera ciudad en el mundo en pleno siglo XXI en la que se saca a un blanco pintado de negro para hacer las veces de Baltasar? Que sí, que ya sé que eso nos hace especiales en la Galaxia, pero creo que es una singularidad mal entendida. Doña Ana, por favor, que lo del negro tizón es una expresión popular para referirse a los que tienen la piel más oscura, y no un hecho literal… Que aquí hay suficiente población negra como para hacer mil cabalgatas únicamente de baltasares con sus correspondientes pajes, así que déjese de acuerdos municipales y de gastarse la pasta en betún, que ni queremos ver a políticos intentando ganarse a nuestros niños, ni que dilapide nuestra pasta en pintura para que un blanco parezca de otro color. ¡Y si no, al menos píntenle de un marrón creíble, cojones, que lo del negro es en sentido figurado!
          Negro es el destino de mis enemigos, que cantaban Gigatrón, y no hace falta que le diga que amigos, amigos, usted y yo no somos.
Volviendo al hilo, Madrid es hoy una ciudad sucia, triste, expropiada a sus ciudadanos. La huelga de limpieza sólo sirvió para reflejar en las calles el interior de su ayuntamiento, aunque eso sí, sin corrupción ni despotismo; sólo mierda y más mierda. Como decía recientemente mi amiga Patricia Godes, estamos en una crisis como a principios de los setenta, con la diferencia de que entonces se tenía la sensación de que se iba a salir del hoyo, y hoy de que aún podemos caer un poco más abajo. Y si esto es triste, más triste aún es que no hagamos nada; que no obliguemos a toda esta chusma que nos gobierna a convocar elecciones y que se vayan  (la tortura no es que me parezca excesiva, pero sí poco civilizada…). Cadáveres, ya lo estoy diciendo.
Sabina decía que aquí las niñas ya no quieren ser princesas, pero es un error: no quieren ser princesas reales ni Reales (que, visto lo visto, casi lo aplaudo, no vaya a ser que Noos den otro escándalo para jarana de la cúpula europea). En estos tiempos de revival casi obligatorio (más que nada porque hoy se confirma que casi cualquier tiempo pasado fue mejor –casi, casi, fíjense en el énfasis sobre la palabra…-) parece que además de lo bueno también se retoma el paletismo más cutre, y las niñas sí quieren ser princesas, pero poligoneras, que son las que salen en la tele. Y a los niños les da por perseguir el mar dentro de un vaso de ginebra, pero cuidado, que a este paso estamos a punto de asistir a lo nunca visto: la imposición de Ley Seca por parte de una Botella de (y que) mal vino. Hasta entonces tienen vía libre.
 
Así que sí, parece que más de treinta años después la visión taciturna de Sabina sigue teniendo vigencia, a pesar del precio del butano. No tanto la de los Refrescos, porque lo de los mil cines, mil teatros y mil museos ya se han encargado de corregirlo. Si en su lugar hubieran solventado el problema de la playa estaríamos todos mucho más contentos. Qué lástima. Pero se intentó ¿eh? Lo que nadie dijo es que la playa de Madrid se quedaría en tres charquitas artificiales donde… ¡¡nunca permitieron el baño!! (aunque a decir verdad nos la sopla: no les hubiera hecho ni falta eso de prohibirlo, porque metiendo un pie en el Manzanares uno se arriesga a sacar otros dos de regalo, o tres dedos de más. Eso sí, pirañas no hay. No son tan estúpidas).
 
Al final, y a mi pesar, creo que nos tendremos que quedar con Este Madrid, como decían los Leño, a la sazón el grupo más castizo de todos los que ha parido la capital del reino. A mi pesar no por la calidad, evidentemente, sino por su dosis de realidad y, por desgracia, de vigencia: es una mierda este Madrid, que ni las ratas pueden vivir. Y gris, muy gris. Claro que no podemos esperar otra cosa si seguimos regentados por una Botella como esta, por fuera tan de aquí como la de Anís del Mono (efectivamente, aunque se vista de seda), y por dentro con la calidad del auténtico garrafón, pero del barato ¿eh? Que hay crisis. Entonces ¿a qué esperamos para instaurar nuestra propia Ley Seca?

martes, 10 de septiembre de 2013

OLÍMPICOS DE ANDAR POR CASA

¡Vaya vuelta al cole, queridos amigos! Ahora que uno se iba haciendo ilusiones con respecto al inicio del nuevo curso (ya saben, aquello de las expectativas, ser positivo y todas esas chorradas que nos recomiendan los gurús del bienestar para superar el síndrome postvacacional), resulta que nada más empezar ¡zas! Ya nos la han calzado en toa la boca. Sí, amigos, me estoy refiriendo a ello: una vez más nos quedamos con las ganas de ser sede de los Juegos Olímpicos.
Sería muy fácil hacer un discurso ahora de tinte derrotista, e incluso de tinte oportunista, así que intentaré no hacer ninguno de los dos. Pero claro ¡comprenderán que no puedo dejar escapar la oportunidad de hacer leña del árbol caído, que llega el invierno y hay que estar preparado!
Vaya por delante que yo estaba dividido con respecto a esto de las olimpiadas: por una parte (la más grande, tengo que reconocerlo…) tenía la ilusión, como madrileño, y como español, de ser parte de la historia y de sentir de cerca un evento de tal magnitud; pero por otra (o lo que es lo mismo, la conciencia) soy de los que piensa que, ante la que está cayendo, bien se podría gastar todo ese dinero en ayudar a los que más lo necesitan, que cada vez son más en este país. Es decir, que si estamos en crisis, y en ella se escudan para justificar los datos del paro (vamos, no jodan, que 31 parados menos son motivo de alegría, pero calderilla al lado de ese dato aterrador del 27%), los recortes en educación, en sanidad, en seguridad, etc, etc, digo yo que también lo estaremos para gastarnos un pastizal en juegos ¿no? (Aunque ya se sabe: esto es España, y aquí nos va más una fiesta que cualquier otra cosa… Así que ¡¿qué coño?! ¡¡Montémosla!!).
Pero claro, si somos españoles para decidir montar el jolgorio, también lo somos para prepararlo, y ahí es donde los japoneses nos pusieron el trasero como su bandera (con central nuclear y todo). ¿Qué esperábamos? ¡Nuestra única oportunidad pasaba por nacionalizar a la delegación del COI cuando visitaron Madrid después de hacerles probar el vino y la sangría, y hasta eso lo hicimos mal! (Claro que, sabiendo que quien manda va a café con leche, pues mal asunto). Si me permiten, intentaré analizar las que yo personalmente considero las causas de nuestra debacle. A saber…
Para empezar el logo… ese logo… ¿¡¡Pero dónde cojones íbamos con ese logo?!! ¡¡Si parece la colección de chanclas del chino (antes chiringuito; cosas de la globalización) de la playa!! ¡¡Hasta en el escaparate del Zara las presentan mejor!! ¿De verdad alguien piensa que molaba? ¡¡Si hasta Cobi parece bonito a su lado!! (Y anda que no le dimos cera al pseudoperro egipcio aquel…). Pero vamos a ver: ¿de quién fue la idea? Seguro que al listo de turno (que, eso sí, habrá cobrado lo que varios de nosotros juntos en un año) se le pasó por la cabeza esta idea tan patria de “¿Que los japoneses y los turcos…? ¡¡Pues yo más!!” Y a fe que lo consiguió, porque los otros eran feos, pero el nuestro es un desafío al intelecto… ¡Ah! ¡Calla! Que me estoy equivocando: que el tío dijo “¿qué hay más español que los toros y olé..? ¿Que la paella, la tortilla y la bota de vino? Vamos a ver… piensa… hay que ser creativo…. Y moderno… Y además internacional… Ummm… Veranito, playa, fiestuki, Almodóvar… a ver, a ver… que casi lo tengo… ¡¡ya está!! ¡¡Unas chanclas!! Símbolo de la fiesta en la playita, le gustan a todos los guiris… ¡y además se las pueden llevar de recuerdo para ponérselas con los calcetines! ¡Si es que soy un fiera!” Lo dicho, que va a resultar que yo no soy muy patriota, o no entiendo de marketing…
En segundo lugar, nos plantamos allí para venderles un proyecto que presume de austero, y con un presupuesto racional (Mariano dixit), frente a dos candidatas que precisamente presumen de lo contrario: grandes fastos, tecnología a go-go, villas olímpicas de lujo… Vamos, que como dice alguno por internet, les presentamos el proyecto de los “Juegos del Hambre”… ¡¡con una delegación que supera en número a las otras dos juntas!! O lo que es lo mismo, los “Juegos del Hambre” vistos por los “300”… ¡¡Eso es predicar con el ejemplo!! (Con el ejemplo de lo que es la idiosincrasia española, claro. Por supuesto, a costa de las arcas públicas).
En tercer lugar… sí, ya llega el turno… a ver cómo lo digo de manera diplomática… Señoras y señores, ante todos ustedes… ¡Ana Botella! ¡Nuestra alcaldesa no electa! ¡La que ningún madrileño quería como representante! ¡La que mejor representa la faceta del gobierno de esa cosa tan typical nuestra como el enchufismo! Que digo yo, por decir algo, que ya que enviamos a los 300… ¿no había nadie que supiera hablar mejor? Es más: ¿no había nadie que supiera disimular y comportarse? ¡Coño, que somos españoles! ¡Que en lo de fingir sí que somos campeones! Y es que su intervención (la hablada y la no hablada) fue para mear y no echar gota… Nótese que antes no he dicho hablar “inglés”, sino hablar, en general, porque ni con el castellano, oigan. Dejando a un lado el hecho de que dio un discurso en… (ese idioma que les debe venir de familia…) que será trending topic hasta en Japón (curiosamente), lo que más me irritó fue ese tonillo… ¿cómo definirlo? No lo sé la verdad. Lo que sí sé es que me recordaba a una maruja de las de toda la vida interpretando un papel en la obra de teatro del centro cultural. Y estoy seguro de que también se lo pareció a la gran mayoría de los que nos tenían que votar… fuese cual fuese su lengua materna. Me juego unas cañas a que el papel de la intervención estaba escrito con los fonemas y signos básicos de modulación, y no con las palabras que esta señora tenía que decir. Es que ese tonillo… era algo así como cuando le gritas y gesticulas a un guiri porque piensas que no te entiende, y en realidad ni está sordo ni es gilipollas… No sé si me explico… En fin, que dejando a un lado su dominio de la lengua, hay que fijarse también en otros detalles… Porque vamos a ver… ¿¿¡¡Frankly??!! ¡¿Argués?! ¿¿¡¡“a relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor”??!! ¡¿Pero qué café con leche ni qué leches fritas?! Madrileños del mundo: ¿a qué se va a la Plaza Mayor? Exactamente: ¡¡a tomar bocatas de calamares y unas cervezas!! Lo que demuestra que esta mujer ni es de Madrid, ni ha salido nunca por la Plaza Mayor… ¡Ah! Que no le gustan los calamares… ¡Pues entonces tómese un chocolate en San Ginés! ¡Que eso sí que es típico y sienta bien! ¡Si es que todo hay que cascarlo! (Amigos, ahora que no me oye, me temo que si fue la encargada de enseñarles a los del COI el typical madrileñis ya saben dónde está el origen de la eliminación en la primera ronda. Además empiezo a pensar que el logochancla salió de su entorno…). Si a esto le añadimos el resto de su actuación, apaga y vámonos… Porque el ridículo con los auriculares de la traducción simultánea (sí, Doña Ana, que no eran para oír la radio) sólo se puede entender en casos de oligofrenia protocolaria exacerbada… ¿Que preguntan por el paro? Pues les decimos que tenemos unas instalaciones muy bonitas (y es que tiene huevos: hasta sin querer nuestros regentes son capaces de responder a la manera tradicional de la política nacional, que, como la tortilla –ya que hablamos de huevos-, viene a ser como despedirse a la francesa pero con más papo). ¡Oye! ¡Haber preguntado en cristiano, infieles! ¡La culpa es vuestra! A todo esto, luego viene Marianico y lo arregla: “tenemos el 80% de las instalaciones construidas, y el resto están plenamente garantizadas por el Gobierno”… Hombre, haberte callado… que de puertas para fuera el gobierno español tiene menos crédito que Bárcenas en el cajero de Soto del Real…
En fin, que así muy lejos no podíamos llegar. Fíjense cómo fue la cosa que estoy convencido de que el apagón que sufrieron durante la presentación no fue obra ni de la tormenta, ni de los japoneses… ni siquiera de los franceses conspirando para tener vía libre a los juegos de 2024. ¡La señal la cortaron desde Televisión Española, para poder mantener el suspense hasta el final!
¿Y ahora qué? Pues como dice mi cuñada, a pagar la factura y a otra cosa mariposa. Y yo estoy de acuerdo con ella (menos en lo de pagar, aunque me temo que no depende de mí). Quizás ha llegado la hora de ser olímpicos de una vez. O-Límpicos, quiero decir. O lo que es lo mismo, la hora de jugar limpio con los ciudadanos, los que pagan e intentan vivir en una ciudad que les ahoga por unas deudas que no les corresponden y que nunca quisieron contraer. El Ferplei, que diría nuestra alcaldesa (no electa, claro)… si realmente quisiera defender los valores del olimpismo.
Así que ya saben: si quieren aspirar a tener unos juegos olímpicos en su ciudad, busquen un logo decente, y dénle a la botella… ¡pero fuerte, para que se calle! 

viernes, 26 de julio de 2013

ECONOMÍA SUMERGIDA

Un año más, llegan las ansiadas vacaciones a nuestras vidas. ¡Por fin! Y un año más, nos hemos pasado los días e incluso meses previos cavilando acerca de nuestro posible destino estival (sí, ya se sabe: no serán auténticas vacaciones si no nos las tomamos incluso de nuestro propio entorno físico, por si acaso nos da una sobredosis de rutina).
De este modo, los más afortunados se irán lejos, muy lejos, donde las vacaciones alcanzan también al idioma o al uso de la moneda común (que ya nos tiene un poco hartos, la verdad), y los que tienen el cinturón más apretado lo harán a la casa del pueblo, o en su defecto al pueblo de alguien (que no todo el mundo tiene pueblo para evadirse, pero ¿quién no cuenta con ese amigo en cuya casa cabe siempre alguien más? –¡y bendito amigo, todo hay que decirlo!).
El caso es que este año es algo especial: con la tasa de paro más alta de nuestra historia (sí, que no les engañen, que la reciente bajada en las listas no responde a la creación real de empleo ni a las fabulosas reformas de nuestros cuarenta ladrones, sino que es la misma que se produce cada temporada alta con los chiringuitos y demás lugares de esparcimiento playero, y vuelve a su sitio con la caída de la hoja –la del árbol, que la de ruta ya se cayó hace mucho tiempo y aún siguen buscándola-. Bares, ¡qué lugares!, que decían Gabinete Caligari…), los impuestos y recibos subiendo al ritmo del termómetro en pleno corazón de Écija, los precios adecuándose al fresquito de Noruega, y los sueldos (los que quedan, claro) agachándose hasta dejar el culo bien en pompa, la economía doméstica ha quedado como para ir a buscar a Curro al Caribe… al bar Caribe, quiero decir, el de la esquina, el de toda la vida, que es lo más parecido a un paisaje paradisíaco que van a ver muchos en estos días.
Visto así, no parece que vaya a ser un período muy halagüeño para nuestro querido sector hostelero, a no ser que esto se llene de guiris despistados que no se hayan pispado de las noticias de los últimos dos años…  Y visto así, tampoco debería haber mucho problema para encontrar plazas libres a estas alturas en hoteles, aviones, y demás lugares con butacas y camas que puedan asociarse a viajes y descanso.
¡Mi sorpresa llega cuando te das cuenta de que no queda ni una! ¡Pero ni ahora ni hasta octubre! ¡Oh, Dios mío! ¡Que es verdad que están invadiendo España! ¡Llegan los Francos, los Sajones, los Normandos, los Hunos, los Doses y los Treses a aprovecharse del pinchazo de la burbuja inmobiliaria o, en su defecto, a copar todas las ofertas hoteleras! (Los Vándalos no, que ya viven aquí desde hace tiempo…).
Y es que tiene huevos la cosa: si vas a la playa, tienes que pelear arduamente tu metro cuadrado de arena para que no te lo conquiste otro poniendo su sombrilla, esa especie de estandarte moderno y veraniego cuya finalidad máxima es no dejar ver el mar al vecino,  alrededor del cual florece una pequeña ciudad de paravientos, neveras, bolsos, sillas, mesas e incluso toldos (vamos, que Juego de Tronos es cosa de niños comparado con esto… ¡qué tiempos aquellos en los que uno bajaba única y alegremente con su toalla al cuello!); si vas al hotel, tienes que pelear en el buffet libre para conseguir un mísero plato caliente de salchichas con patatas (o eso, o te conformas con las sobras, que al final se convierten en una opción más saludable… no tanto por su contenido alimenticio, sino más bien por aquello de evitarse el stress, que es lo que aconseja el médico); ¡coño, es que incluso si vas al spa tienes que pelear duro por hacerte fuerte en el jacuzzi, no vaya a ser que te toque sentarte justo por donde salen las burbujitas! (lo sé, alguno pelea por hacerse fuerte justo en ese punto, pero esa es otra historia…).
Entonces no es que tenga huevos la cosa. ¡Lo que tiene son huevos de oro! ¿Dónde guarda la gente la gallina? Porque con la que está cayendo, no puedo sino quedarme perplejo ante semejante demostración de poderío. Si al final algunos van a tener razón: siempre llego tarde a las mejores… Es por ello que empiezo a sospechar que en realidad nuestra economía no está tan mal, lo que pasa es que lo disimulamos muy bien. Va a resultar que la doble contabilidad no es sólo un asunto de Pepe y Bárcenas, sino de toda la clase media que habita la península. Sí, la media, porque la alta no necesita disimular –últimamente lo intentan durante el invierno, ¡pero el verano es el verano!-, y la baja, que con las reformas es cada vez más abundante, no puede ni intentarlo (que digo yo, que estas reformas seguimos sin saber para qué son, porque si no sólo no generan empleo sino que lo destruyen, si no sirven para frenar la caída económica del país, si no sirven para mejorar el estado de bienestar… ¡entonces son más molestas que las reformas del cuarto de baño! –que, al menos, sí valen para algo-).
Es ahora cuando entiendo el concepto de Economía Sumergida, y cuando llego a la conclusión de que los eruditos no saben emplearlo. No correctamente. ¿Qué es? ¿En qué consiste? ¿Serán las actividades económicas que no están declaradas, piratas, que están en B, o como quieran ustedes llamarlas? ¡¡No!! ¡Es la que las familias guardan para ir a sumergirse! ¡Está claro! Algunos dicen que en España no se ha montado la marimorena (todavía) debido a que hay mucha economía sumergida, y yo creo que no les falta razón. Porque piensen ustedes que de golpe y porrazo nos dejan sin la playa y sus castillos (los de sombrilla, bolsas, sillas y demás miembros de la corte, que los de arena pasaron a la historia casi como los de piedra), sin chiringuitos (que además generan empleo, no lo olviden), sin solazo y sin buffet libre. ¡Sería la hecatombe! Y entonces sí que quemaríamos la Moncloa, Génova y lo que se pusiera en nuestro camino. ¡Así somos los españoles! ¡Pa cojones, los nuestros!
El otro día leía una viñeta de Malagón en la que decía: “Este año decidimos veranear en una playa nudista. Total, el gobierno ya nos ha dejado en pelotas…” ¡Joder, qué buena! ¡No puedo estar más de acuerdo! Y es que, incluso en pelotas, deberíamos poder encontrar siempre la manera de huir, aunque sólo sean unos pocos días, de todo este sistema que no hace más que enriquecer a unos pocos a costa del sufrimiento de otros muchos; de unos políticos corruptos que nos toman por idiotas mientras se toman sus mojitos en sus yates de lujo (eso sí, invitados por nosotros, que no está la cosa como para despilfarrar); de una casta de empresarios que, a base de sobornos, han hecho de la mentira y la estafa su forma de vida… y de la nuestra, aunque por motivos diferentes; de toda esta vorágine que cada vez nos deja menos tiempo para disfrutar de lo verdaderamente importante, de nuestras familias y de nosotros mismos, para convertirnos en meras piezas de ajedrez enajenadas que puedan manejar a su antojo.

Así que ¿saben qué? ¡Que viva la Economía Sumergida! Que si hay que buscarla con una máscara y un tubo de snorkel, uno se remanga y bucea hasta encontrarla. Pero ni de coña me quedo de pasmarote en la orilla (mira por dónde, al final va a resultar que mi título de buceo va a servir para algo más que para ver peces…). Y dicho esto, si salen estos días háganme caso y dejen el teléfono en casa, no vaya a ser que les llame el jefe; y dejen el ordenador también, no vaya a ser que tengan la tentación de trabajar. ¡Pero eso sí, no se olviden de la espada, que les será verdaderamente útil! ¡Felices Vacaciones y Feliz Inmersión! (Por cierto, ha vuelto a subir la luz…).

sábado, 6 de julio de 2013

¿CRISIS O ENRIQUECES? (O EL ARTE DE TENERNOS A DOS VELAS)


Amigos, sube la luz. Amigos, sube la luz. Amigos, sube la luz. No, no es que me haya quedado dormido cortando y pegando la frase. Simplemente tenía curiosidad por ver cómo suena, o al menos cómo se lee, el resumen energético del último año y medio. Y es que sí: el recibo de la luz ha subido por tercera vez en este tiempo… y uno ya no sabe cómo hacerle frente a semejante atropello. Ojo, que si nos vamos al dato de los últimos cinco años el asunto canta por bulerías: ¡un 60% ha sido el aumento de la tarifa! ¡Y aún nos dicen que pagamos poco!
El caso es que yo, que debo ser tacaño, llevo tiempo notando que algo no funciona por aquí. Quizás son las pilas, que se están agotando, aunque es mejor no decírselo al señor ministro, no vaya a ser que se dé cuenta y les aplique el mismo impuesto por ser cacharro eléctrico, que no es plan.
Tal vez ese sea el problema del metro, por ejemplo, que como no va a pilas (como los coches nuevos), ni a gasofa (como los de toda la vida), tiene que tirar de Iberdrola. Viene a ser algo así como el Ibertren pero a lo bestia, ¡y claro, eso es un filón! Pero no se equivoquen: un filón para los políticos, gobierno u oposición, que tienen participación en los consejos de dirección de todas las compañías, desde Iberdrola hasta Endesa, pasando por Unión Fenosa, Gas Natural, etc, etc. Y tal vez por eso los que lo cogemos, que somos la mayoría de los mortales que mantenemos Madrid en pie, empezamos a estar hasta los huevos…
Hasta los huevos de sus “averías en el servicio”, de sus paradas de regulación, de sus suspensiones temporales (temporales de año y medio, claro, que como los que mandan no viajan en él no tienen ni idea de lo que supone), de su frecuencia de paso, de soportar publicidad hasta en el nombre de las estaciones (¡coño! ¡Que ahora Sol se llama Vodafone, cuando no tuvieron los cojones de ponerle a Pirámides el nombre de Vicente Calderón al tiempo que Lima pasó a llamarse Santiago Bernabéu!)… Es más, del propio nombre de las estaciones (porque vamos a ver, ¿quién es el iluminado que las bautiza? ¿El mismo que bautizó pueblos como Villaviciosa, Cortos de la Sierra, Guarros, Alcantarilla o La Mojonera?). ¿Acaso pago yo para que no me tengan en cuenta? Y eso no es ser tacaño, es sentido común.
Pero lo que peor me sienta de todo esto del Metro es lo que está ocurriendo últimamente: desde que sacaron el cartel aquel de “Más por menos” (sí, aquel en el que se olvidaron sin querer queriendo los salarios mínimos profesionales en una tercera columna), y que era claramente un aviso de sus intenciones. Para el que se haya olvidado, lo resumo (ojo, a fecha de 2011, que es cuando salió):
-          MADRID: Precio billete sencillo, 1’50/ Salario mínimo, 641’1 euros/ Tasa de paro, 22’8%
-          PARÍS: 1’70 / 1170 Euros / 9’8%
-          ESTOCOLMO: 2’20 / 1690 Euros / 7’4%
-          BERLÍN: 2’30 / 1262 Euros / 5’5%
¡No tienen cara ni nada! A mí la ecuación no me termina de salir, y el billete me parece el más caro con varios cuerpos de ventaja sobre el del resto de países. Y si no, cojan papel y lápiz y juzguen ustedes…  Pero no es esto a lo que me refiero, sino al servicio que están prestando después del último tarifazo. Verán, como sube la luz (para solaz esparcimiento económico de nuestros honrados regentes), y el Metro funciona como el Ibertren, pues habrá que subir el precio para hacer frente a la misma. Y como sube el impuesto sobre los transportes públicos, pues habrá que volver a subir el precio del billete. Y como suben los combustibles, pues les diremos a los ciudadanos que se rasquen un poco más el bolsillo. Y como así todavía el Metro nos sale deficitario (¡dicen! ¡dicen!), pues recortamos el servicio y nos quedamos tan tranquilos. Total, si no se va a notar… ¡Ole, ole y ole! No quiero ahondar en detalles, pero con el nuevo precio se ha disminuido la frecuencia de paso entre un 14% y un 50%, según el horario en el que nos movamos, de forma que lo de pillar el Metro en hora punta comienza a asemejarse al concurso aquel de “Qué apostamos”… O al mito del metro de Tokyo y la figura del “empujador”… ¡Vamos, que a este paso todavía generan nuevos puestos de trabajo y los justifican por nuestro bien!
Qué quieren que les diga: cuando uno paga el 100% más de lo que pagaba en el año 2000 (literalmente, el precio de mi abono se ha duplicado en este periodo), y le ofrecen un 50% menos de servicio, empieza a desarrollar cierto sentimiento hostil (a desarrollar, porque existir ya existía, claro) hacia la chusma política en general, patronales y demás cuadrilla de ladrones ciertamente interesante. ¡Un momento! ¿El Metro no hemos quedado en que funciona con la luz? Entonces… ¡¿qué tienen que ver los combustibles?! ¡¡Ouch!! ¡¡Nos la han vuelto a meter por detrás!! (la subida, la subida, que nadie se alarme…).
Resumiendo, que aquí sube la luz y por su culpa sube hasta el pan. De hecho, sube la luz y sube todo menos los sueldos, que bajan entre considerable y totalmente, y el servicio ofertado en compensación por la subida de precios. Decía Galdós que el dinero lo ganan todos aquellos que, con paciencia y fina observación, van detrás de los que lo pierden. ¡Anda que no! Miren que dudo que nuestros políticos sepan quién era Galdós; al menos eso se desprende de su aprecio por la cultura (perdón, el ocio, que le han cambiado el nombre). Pero yo, que sí sé quién era, le nombraba ahora mismo ministro de economía, a ver si arreglaba un poco todo este desaguisado popular. Y digo popular no sólo por la casta de jetas corruptos que nos gobiernan (¡dicen! ¡Dicen también!), sino porque este es un claro ejemplo de cómo unos se forran a costa de nuestra crisis; una crisis que sólo nos afecta a nosotros, a los ciudadanos de a pie, a los que trabajamos (si nos dejan, claro) para que todo funcione y ellos puedan vivir mejor que nunca. Una crisis que está sirviendo para que ellos, con paciencia y fina observación, vayan recaudando lo que nosotros perdemos gracias a sus reformas, a sus impuestos, y a sus leyes, que en ningún caso benefician a la gente honrada y humilde.
En clave publicitaria, que es lo que se lleva ahora, pregunto ¿Y tú de quién eres? ¿Crisis o enriqueces? Porque aquí ya sólo hay dos bandos: los que ganan y los que pierden. Y mientras ellos estén en los consejos de dirección de compañías energéticas, de empresas de sanidad, de bancos y entidades financieras… y por supuesto, de la política, nos podemos dar por jodidos (léase en cualquiera de sus acepciones, aunque duela). Es decir, que hoy sube la luz, pero mañana cualquier otra cosa (menos el sueldo, recuerden).
Que estos cabrones tenían intención de tenernos a dos velas, ya se veía venir. ¡Lo que no tenía yo tan claro hasta ahora era que iba a ser de forma literal! ¡A dos velas, sí, pero de las de cera, que es la única manera de poder ahorrar en la factura de la luz! Lo triste es que no estoy exagerando, señores, y ya hay muchas familias que están recurriendo a nuestras amigas las  abejas (¡que, para colmo, se están extinguiendo! Seguro que es un plan meticulosamente trazado desde el congreso…) para poder ir sobreviviendo. Y yo digo: si no tenemos coraje para reventar el sistema y echar a toda esta chusma, al menos podríamos pensar en atarles a las vías del Metro ¿no? Con la frecuencia de paso que tiene, al menos tendrían tiempo para pensar que algún día intentaron pasarse de listos, y enriquecerse a costa de nuestra crisis...

miércoles, 12 de junio de 2013

SUJETO Y PREDICADO

Amigos, soy un pecador. Sí, soy un pecador. Al menos es la conclusión a la que llego después de comprobar cómo mi vida se ha ido llenando en los últimos meses de otros pecadores (¡o no, que nunca se sabe, y no quiero ser yo quien los destape!) empeñados en recordármelo.
Y es que son todo señales: por ejemplo, yo no suelo escuchar la radio, porque ni hay música decente ni me gusta que me den disgustos (válgame la redundancia), pero para esos momentos de debilidad tengo sintonizada Rock FM en mi coche. Pues bien, resulta que cuando la enciendo ¡me sale Radio María! Que el primer día decía yo que claro, como Rock Fm es de la Cope, igual les pillé en la hora del Ángelus (oye, que los curas pueden hacer con su radio lo que quieran), pero después empecé a sospechar algo raro cuando rock, lo que se dice rock, tampoco sonaba…
Hay más: el otro día en el intercambiador se me acerca un tipo así, como no quiere la cosa… “Me querrá preguntar algo”, pensaba yo mientras Iron Maiden me deleitaban con su Seventh son of a Seventh son, así que me quité los cascos y con mi mejor sonrisa le digo “¿perdón?”… - “Que si crees en Dios”… (silencio… miradas cruzadas… silencio… levanto una ceja… me pongo uno de los cascos…) –“¡Vamos a ir todos al infierno! ¡Este país corrupto está condenado!” me espeta el tío… (me pongo el otro casco… “Seven deadly sins, seven ways to win, seven holy paths to hell, and your trip begins…”). ¿Por qué me mira todo el mundo como si fuera yo el que grita como un poseso? ¿Acaso tengo cara de asesino? (Porque entonces va a resultar que muchos me mienten, que me dicen que tengo cara de niño bueno…) ¿O de haberle agredido salvajemente? ¡Que yo no he hecho nada, oigan! ¡Que ha sido él el que me ha abordado cual vampiro sobre su presa, y ni le he levantado la mano! Que yo ya sé que este país está corrupto, huele muy mal y todas esas cosas. Y si vamos a ir al infierno al menos hagámoslo sonrientes y con tranquilidad, no se me agolpen, que yo llevo preparándome para ello muchos años escuchando heavy metal (al menos es lo que me quieren hacer creer, aunque yo sigo sin encontrarle la relación…), y espero tener ya puntos suficientes para hacer el viaje en primera clase (que en turista se me puede hacer eterno… y no es plan).
Tampoco me libro en el metro, que se está convirtiendo en una especie de galería de santones de lo más variado. Sí, es como la galería del terror del museo de cera, pero con más luz, que nunca viene mal en los tiempos que corren y no te puedes fiar de nadie…  Sin ir más lejos, ya he visto a varios que, micrófono en ristre, se plantan en los pasillos de las estaciones a cantar sus alabanzas, lo pecadores que eran y cómo Dios les salvó de una vida miserable. ¡Pues olé sus cojones! Que a los músicos hay que respetarles siempre, y a lo mejor están preparándose para el casting de La Voz, Factor X, Tienes Talento… ¡O Radio María! (¡que la Cope es la Cope!) Aunque tal vez deberían dedicar sus esfuerzos a hacer algo más productivo, que no está el horno para bollos. Al menos no dan la paliza; están ahí, a lo suyo, y aunque te echan a perder los mejores segundos del solo de guitarra que vas escuchando, tú también, a lo tuyo, no pasa a mayores (si no te intentan vender el disco que han grabado de manera chunga, chunguísima, en su casa con un ordenador cutre, claro… ). Mira que está mal el mundo de la música en esta ciudad…
Pero el que se lleva la palma es… ¡Hugo Chávez! ¡Sí, amigos! ¡Hugo Chávez se ha reencarnado en un tipo que predica en el metro a las 7:30 de la mañana! Pero además el Hugo Chávez más cáustico, el de “¡Aquí huela a asuffrreeee!” Verán, que cada uno puede hacer lo que quiera, pero por Dios (¡nunca mejor dicho!) ¿¡no puede hacerlo a media mañana, cuando ya estamos todos despiertos y desayunados!? ¿¡De verdad hace falta que me griten en la oreja a esas horas!? Cuando yo pensaba que era de los que madruga demasiado para ir a currar, resulta que otros lo hacen para ir a martirizar a los que van a currar… como una especie de castigadores divinos o algo así (sí, no me estoy refiriendo a los piquetes de los sindicatos, que también tienen lo suyo…). ¡Es que el tío no predica, impone! “¡Amigo, porque yo te voy a decir qué es lo mejor que tú vas a tener hoy! ¡Porque no es el trabajo! ¡No es el dinero! ¡¡No!!” Y esa voz… ¡Además reparte pasquines! (Cualquier día probaré con el infalible “¿¡Por qué no te callas!?”, ya que estamos…).
Y cuando creo que ya me he librado de todo este abuso sobre mi persona, un tipo me da un papel sobre no sé qué chamán que tiene los espíritus más rápidos… Me descojono… ¡Sólo me faltaba ir a verle para que me visite el Espíritu Santo en persona y me castigue por politeísta! Mejor lo tiro a la papelera…  o no, porque cuando miro encima leo un cartel: “Lectura e interpretación en grupo de la Biblia” ¡¡Pero qué coj,,,!! ¡¡Noooooooo!!
Vale, lo asumo, soy un pecador. ¡Pero soy un pecador amable que lo único que pretende es llegar a mi trabajo escuchando mi música en mis auriculares sin darle la brasa al que se me ponga al lado! ¡No es para tanto!
Por ello es ahora cuando recuerdo a mis profesores de lengua, cuando intentaban explicarme lo del sujeto y el predicado. Yo pensaba que era una forma muy rara de llamar a las partes de una oración, pero ahora le encuentro el sentido a todo: una oración se compone de sujeto (en este caso yo) y predicado (que es lo que cuentan los predicadores, de ahí su nombre). ¡Lo que se olvidaban de decir es que era a la fuerza! Ay, esa doble lectura…
Y digo yo: ¿tanto le cuesta a todos estos predicadores respetar la libertad de cada uno? ¿Acaso no puedo pensar yo algo diferente? ¿Ser diferente? ¿Creer en algo diferente? ¿Entender mis creencias de un modo diferente? Porque miren que la libertad de uno termina donde empieza la de los demás, y alguno está empezando a mear en mi tiesto. Eso, los leones, los tigres y los osos no lo perdonan jamás, y mi instinto animal está empezando a aflorar, así que tengan cuidado. ¿Acaso les doy yo la paliza a horas intempestivas para que se abonen al Atleti? ¡Porque eso también es una religión, y si no, pruébenlo! Al menos, peor que con la Iglesia no lo van a pasar…
En resumen, parece que a todos estos que tan buenos son, y tanto tienen que decir, se les olvida uno de los principios fundamentales de una democracia y de una convivencia: el respeto. Y el respeto incluye la libertad de pensamiento, y el no invadir la intimidad y el espacio vital de los demás. Señores, hay que dejar vivir; que cada uno lo haga a su manera, siempre y cuando respete al vecino de al lado. Y si cumple este requisito, a lo que dedique su tiempo libre es cosa suya, y de nadie más.
Yo no soy un santo, ni lo quiero ser, pero como sujeto ya me pueden sujetar bien, porque a este paso muy poco me queda para empezar, como los curas, a repartir ostias (¡Andanadas de hostias! Que decía Pazos; que el conceto es el conceto…). Pero de las que no están consagradas, que duelen más. Y si por ello voy al Infierno, espero encontrarme allí con todos los que piensan lo mismo que yo. Igual hace calor, pero lo pasaremos bien (¡Total, al fin y al cabo, es como pasar el verano en Benidorm!).

(Al tío Coco, In memoriam. ¡Buen viaje!)